Paradigma Holístico
La holística alude a la
tendencia que permite entender los eventos desde el punto de vista de las
múltiples interacciones que los caracterizan; corresponde a una actitud
integradora como también a una teoría explicativa que orienta hacia una
comprensión contextual de los procesos, de los protagonistas y de sus
contextos. La holística se refiere a la manera de ver las cosas enteras, en su
totalidad, en su conjunto, en su complejidad, pues de esta forma se pueden
apreciar interacciones, particularidades y procesos que por lo regular no se
perciben si se estudian los aspectos que conforman el todo, por separado.
La voz griega holos se expresa
en castellano como prefijo, hol u holo, y significa entero, completo,
"todo"; indica también íntegro y organizado. Con holos se significa
totalidad, relaciones, contexto o cualquier evento, aspecto, circunstancia,
cualidad o cosa que en su momento esté siendo estudiado o tomado en cuenta,
como "uno", como complejidad o como totalidad. Por ejemplo, cuando en
una investigación cualquiera se han precisado los aspectos conceptuales y en
consecuencia se ha delienado la investigación -se ha focalizado la misma y se
ha delimitado-, para los efectos de la investigación ese contexto corresponde
al holos de la investigación. Holos alude, entonces, a contextos, a
complejidades, a realidades objeto de estudio, en relación con otros holos, es
decir, con otros eventos, pues el holos es complejo, expresa múltiples
relaciones, es dinámico y está en permanente relación. En otras palabras, el
holos -el uno-, es múltiple en sus manifestaciones y expresa relaciones
diversas, contínuas, a veces insólitas y paradójicas. Constituye el holos la
unidad de referencia para el estudio y comprensión de los eventos y de la
realidad, en un contexto de relaciones e interacciones multidimensionales
constantes.
La holística ha estado
presente en el desarrollo del pensamiento universal. La comprensión filosófica,
desde sus inicios, es holista, es decir, parte de una comprensión universal,
global, entera o íntegra de los procesos y de las apreciaciones, para derivar
progresivamente hacia aspectos de las realidades comprendidas en dichos procesos.
Se reconoce como uno de
los textos más significativos de la holística el escrito por el filósofo
sudafricano Jan Christian Smuts (1870-1950), nacido en Malinesbury, quien tuvo
vida activa política y militar en su país. En 1926 publicó Holismo y evolución.
En este texto, desarrolla su concepción holística o de totalidad de las cosas
según la cual, si se configura el todo con sus partes pero se observa la
totalidad, se producen realidades y efectos diferentes a los producidos por las
partes. El proceso "holista", Smuts lo inscribió dentro de procesos
evolutivos, caracterizados por la síntesis creadora, en una actividad dinámica,
en evolución, hacia los ideales holísticos.
Cualquier mirada
permitirá apreciar que el mundo está hecho de conjuntos, recalcó Smuts,
aclarando que éstos están contenidos dentro de otros contextos u holos, y éste
a su vez está contenido en otros más, configurando el cosmos e integrando
realidades y procesos de manera constante, dinámica e interactiva. Vista la
realidad de esta manera, se podrá percibir como dinámica, interactiva y
creativa, ya que «este proceso cósmico global, al desplegarse en el cosmos, no
es sino la evolución" (Wilber, 1989). En consecuencia, los procesos
naturales, el crecimiento, las relaciones, las actividades intelectuales, todo,
estaría influenciado o realizado dentro de consideraciones holísticas; esto
significa, como parte de un proceso en el cual la determinación o la precisión
de las cosas se logra por múltiples relaciones, eventos dinámicos, sinergias y
expresiones de contexto.
La holística tuvo
repercusión en biología y medicina, gracias a Kurt Goldstein, biólogo e
investigador, quien en 1934 publicó "El organismo. Una aproximación
holística de la biología". Allí estudió las interacciones entre organismo,
estímulos y órganos, en base a un proceso global, armónico, integrado.
Según la comprensión
holística, «el todo y cada una de las sinergias están estrechamente ligados con
interacciones constantes y paradójicas» (Weil, 1996). Esto quiere decir que
cada acontecer está relacionado con otros acontecimientos, los cuales producen
entre sí nuevas relaciones y eventos en un proceso que compromete el todo.
Cada hecho constituye un
acontecimiento, sabiéndose que cada circunstancia produce una serie de nuevas
situaciones, las cuales de alguna u otra manera influyen sobre sí y sobre los
otros, en el más amplio contexto. Este proceso relacional, esta holopraxis
social, afecta el todo en sus posibilidades y crea a su vez una aprehensión
novedosa en el campo de la investigación y de la vida misma ya que si el humano
trata de determinar sus propios límites, la orientación holística conduce a
aceptar que el lindero de toda comprensión, vivencia y razón de ser, está en
las interacciones de cada evento, así como también en el sentido de
trascendencia. En otras palabras, la comprensión de los procesos, situaciones o
contextos ha de ocurrir desde el holos, ya que en su dinamismo, en las
relaciones, en los eventos, surge nueva sinergia, ocurren nuevas relaciones y
se generan nuevos acontecimientos. Es el todo lo determinante, aun cuando este
reconocimiento no impide que se analice cada caso en particular, análisis que
es más provechoso cuando ocurre dentro de una comprensión holística.
Cuál es, entonces, el
paradigma: el reconocer, al igual que las teorías físicas y astronómicas, que
el universo, la totalidad, ocurre continuamente; que «el todo es mayor que la
suma de las partes», según el enunciado aristotélico; que la totalidad es
producto del conjunto de relaciones, las cuales corresponden a eventos
sucedidos, a otros que se suceden y a infinito número que está por sucederse.
¿El riesgo? Confundir el
todo con lo absoluto. En una interpretación holista, lo absoluto expresa
relaciones. El todo, como absoluto, resulta imposible de ser aprehendido pues
de ocurrir así «ya no sería un todo». El todo se asocia, entonces, a las
experiencias concretas de totalidad que mediante procesos holísticos permiten
comprensiones referenciales a otros holos, ante un holos (totalidad) imposible
de abarcar pero con posibilidades de ser entendido progresivamente, a partir de
los aspectos que lo expresan, en holos de relación. Por eso, el «todo» en
holística es: interacción constante; realización cósmica y universal;
potencialidad ilimitada; trascendencia; realización histórica; y caos,
entendido éste como plenitud de posibilidades; dinamismo, optimismo... De ahí
también que en holística los límites, más que puntos de llegada o cercas de
contenido, son realidades a transcender, puntos a rebasar, comprensiones a
desarrollar...
El proceso hacia la
globalización, la comprensión integradora y el desarrollo transdisciplinario,
se conocen como expresiones del holismo. Las cosas en sí mismas integran una
realidad por las interacciones propias, por campos de acción que se
entrecruzan. La apreciación de un hecho cualquiera está dada por la aprehensión
holista de las distintas interacciones del objeto de análisis, por lo cual se
obtiene un mayor y mejor entendimiento del suceso. Es la ilación y la tendencia
a rebasar estructuras y límites lo que determina los eventos; es la relación
profunda entre lo inmanente y lo trascendente lo determinante en el estudio y
comprensión de los seres; es la posibilidad de establecer relaciones entre
objetos, particularidades, ideas, eventos y posibilidades lo que propicia la
comprensión del holos. Movimiento, interacción, trascendencia, actividad, son
constantes en el contexto de cada ser o de cada cosa. Inteligencia es relación,
de estímulos, de ideas, de experiencias, de percepciones, de intuiciones, en
contextos relacionales y situacionales marcados por la integralidad:
inteligencia con sentido de contexto, como expresión holística. Inteligencia
como capacidad de relacionar, de establecer contextos; inteligencia, incluso,
como indicios sinápticos que aluden a complejidades mayores.
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